¿Qué harías si decidieran el día de tu muerte? ¿Qué pasaría si tu destino final está escrito por una letra en un papel que desconoces en su totalidad? ¿Cuál es tu probabilidad de evitar que tus días se acaben bajo un poder superior? ¿Alguna vez te has preguntado si todas las historias de el "héroe" enfrentándose a su sino tenían fundamento real? Y lo que es peor, ¿si ese enfrentamiento, al final de cuentas, no tuviera ningún tipo de relevancia?
"Necropolítica" de Achille Mbembe nos muestra esta cultura/estatus del poder donde el control social, la política y el rumbo de la sociedad está puesto en las manos de algo más grande que nosotros. Utilizando el concepto de biopoder foucaltiano, nos guía por un sendero de reflexión donde a lo largo de la historia se ha repetido un mismo patrón: quien tiene el poder sobre las personas, tiene el poder sobre la vida y la muerte. Y aunque sea un concepto contemporáneo, lo cierto es que se puede extrapolar a las esferas del pasado, desde los reyes y sus leyes autoritarias, las condenas de la caza de brujas, los conquistadores en todas partes, las revoluciones de los 1700, las recientes dictaduras. La necropolítica nos ha acompañado desde que la civilización existe. Quien es soberano o parte de las esferas más altas del Estado, obtiene un derecho mucho más peligroso que cualquier otro, y es el de decidir quién vive y quién muere.
En Psicología siempre está este serio debate filosófico de saber si nuestras vidas están predeterminadas, escritas de ante mano en el universo, o si tenemos una libertad de la cual podemos hacer uso a extremos ilimitados en algunos casos. Lo cierto es que, para nosotros humanos de a pie, lo primero se nos ha arrebatado porque pensar en el determinismo al menos nos daba la esperanza de que ese destino fuese escrito por un ser no humano, algo que no pudieramos comprender del todo y que ni si quiera nos importara si existe o no, pero es todo lo contrario, pues es deprimente y aterrador que quien tiene ese lápiz que controla nuestra muerte es otro ser humano. Tal como el anime Death Note donde el protagonista puede matar a quien sea con solo saber su nombre y tener una imagen de su rostro, el Estado cuando requiere de un cambio o evitar opositores, crear caos y narrativas ensordecedoras, desviar el rumbo de la historia a su favor, provoca la muerte de personajes particulares con el fin de ser el único que sostenga la vida y el poder del resto en la palma de su mano. Me aterra pensar que, por una cierta acción mínima y caprichosa de un sujeto sentado tras un escritorio, decida que solo somos un número, un simple conteo más y que es necesario restarnos de la ecuación para que su plan más grande funcione como debe hacerlo.
No necesitamos irnos muy lejos, pero siempre que queremos tener un referente del defensor de la necropolítica, los más grandes son los mejores. EE.UU., Rusia y China, y por mención honorífica Corea del Norte, son los mayores exponentes de que, ya sea por un deseo impulsivo o una simple fantasía de mantenerse en el poder, el extinguir una vida es tan banal e incluso beneficioso que consiguen adueñarse de la verdad y engañar a sus súbditos creando enemigos falsos, poniéndo máscaras peligrosas a inocentes y volteando la cara de quienes quieren dar un cambio a la sociedad para que sea la propia sociedad quien le entierre en la historia, sea metafórica o literalmente. Hoy en día, ese entierro social y literal se da mucho más por las redes sociales más que en cualquier otro medio. Y la necropolítica ha evolucionado para ser todavía más selectiva pero nunca olvidando su base de que el poder que tiene reside en decidir quién vive y quién muere, pero hoy por hoy es más fácil que el propio pueblo se encargue del trabajo sucio mientras les permiten hacer cosas peores en otros frentes. Cada polémica, cada pelea sin sentido, cada farol de incentivo social que aparece en redes sociales y en la candela de lo que hoy tenemos por internet no es más que una forma de control, de desviar voluntaria e involuntariamente la mirada para que la historia, por detrás, sea cambiada a gusto por quienes tienen el verdadero control de esas polémicas, peleas y faroles.
Repito, se crean enemigos falsos. ¿Qué es más fácil? ¿Pelear con quien consideras un aliado y amigo de toda la vida, o antes hay que destruir su imagen en totalidad para que, una vez deshumanizado, su presencia te resulte hasta repugnante y te permita no tener escrúpulo alguno para quitar su suscripción de la vida a la fuerza? Al menos, los poderes políticos hacen eso constantemente, desprestigiando a quienes quieren, dejándolos en ridículo ante todo el social humano para al final, cuando ya nadie les cree, dar el golpe final. Aunque suele ser un camino más largo, por lo que la mayoría de veces simplemente optan por el modo fácil y acaban con ellos, con los opositores, antes de que si quiera puedan hacer algo para que sus verdades salgan a la luz.
Me da miedo que llegue un día en el que haya dicho algo, sea intencional o no, y de repente mi vida desaparece de mi cuerpo solo porque a un humano en un estrato mayor no le pareció mi idea. A muchos les gustaría tener ese biopoder, esa necropolítica para deshacerse de quien sea que se le ocurra. Al final, muchos que fueron dictadores, genocidas, monstruos en toda regla han tenido ese poder y hoy su ejemplo es justamente demonizado pero no olvidado, con la esperanza de que no se repita. Lo cierto es que todavía sigue pasando, solo que los monstruos se han vuelto más inteligentes y la tecnología les ha dado las herramientas para hacerlo todavía más fácil. Por ello, es más difícil vivir en una sociedad donde el más mínimo susurro es escuchado por un algoritmo, que llega a hacerse conocido por ese poder superior y termina dando la orden de que, por lo dicho, ya no merecemos vivir. "No merecemos vivir..." como si nuestra dignidad y el derecho que supuestamente es nuestro desde nacimiento de tener vida no valieran nada, y quien tiene la potestad para hacerlos válidos es otro ser humano que, queramos o no, hará todo lo posible para que su capricho sea cumplido.
Vuelvo a preguntarte, ¿qué harías si descubrieras que tus días están contados y no por un ser inmaterial, sino, por un sujeto que no conoces que además podría perecer de la misma manera o incluso mejor, tranquilo y sin el miedo de que un poder superior se deshaga de él porque ya es ese poder? ¿Qué harías si tu destino ya está escrito por otro humano?
Comentarios
Publicar un comentario