Duda del reflector que te pones encima (Experimento social)

 Hablar de temas considerados tabú es complicado. Hablar sobre drogas y especialmente marihuana trae debate. Hace algunas décadas, discusiones sobre estos estupefacientes eran completamente censurados e incluso traían discordia entre miembros de un grupo social tal como familias, amigos e incluso el trabajo. Ahora ya no es tan satanizado, sin embargo, sigue siendo un tópico discutido sobre si, en el caso de la marihuana, debería hacerse uso de esta droga de forma recreativa fuera de la prescripción médica, dejando como parte del consumo el compuesto activo que genera lo que coloquialmente se suele llamar "el viaje", o el estado psicoactivo de delirio, aparente bien estar y reducción de la consciencia frente a las acciones que se toman. 

Es por esto, que en la actualidad se trata de un tema con mayor libertad de discusión que hace algún tiempo atrás, es que decidímos realizar un pequeño experimento/prueba sobre esto. Sin embargo, el motivo ulterior del mismo es distinto, pero el uso de esta discusión es ventajoso para llegar a ese motivo. 

Se decidió que la participación de todos los presentes en el curso se realizaría al exterior, donde cualquier persona que viera el experimento reaccionara al mismo, aunque no es que llamásemos mucho la atención sino hasta el final del mismo. Antes de realizarlo, aclaro, discutimos mucho sobre qué exactamente realizar para causar conmoción, y aunque varias ideas eran buenas, necesitábamos la participación inmediata de otras personas que nos apoyaran que, lamentamblemente, fue imposible de que pudieran hacerlo. Por ello, decidimos ir por un camino más sencillo pero no por ello menos efectivo. 

En fin, el experimento consistió de dos partes. La primera fue la división del curso en dos puntos de vista, poniendo a favor de la legalización de la marihuana para uso recreativo y el otro grupo en contra. Les dimos entre unos 10 a 15 minutos para que investigaran por su cuenta algún argumento o teoría que respaldara sus puntos de vista, y una vez terminados, inició el debate por parte de los que estaban a favor y por consiguiente, los que estaban en contra. Lo curioso aquí, aunque bien dados los argumentos por una y otra parte, no se trataba de si estuviesen o no a favor, si no de que lo hicieran por uno de dos motivos: porque realmente creían que eso debía pasar o porque se sentían forzados a ese punto de vista por los requerimientos del experimento. Y se veía que en ambos grupos, algunas personas de las argumentaban no se veían convencidas de lo que decían, lo que podría indicar más lo segundo, pero otras estaban más claras en su pensamiento sosteniendo más fuerte lo que decían tanto con su tono de voz como con su lenguaje corporal. Ambos grupos curiosamente utilizaron el argumento que comunmente se le asocia al efecto de arrastre, así como al aprendizaje por observación y a la presión social; el hecho de que, porque una persona o muchas lo hacen, yo no me quiero quedar atrás. Los que estaban a favor diciendo que no puede ser malo el usar marihuana si es que muchas personas lo han probado y no se han muerto por ello, y los que estaban en contra diciendo que el que esté prohibido es por un motivo, además que los efectos que provoca en que la toman es corrosivo para sus vidas aunque no las mate. 


La segunda parte fue más interesante, porque una compañera había podido conseguir reales porros con marihuana que se sentía al encenderlos. Antes de ofrecerlos, preguntamos quienes habían probado antes marihuana siendo solo unos pocos, y quienes estarían dispuestos a probarla por primera vez, siendo de este grupo más que antes. Solo por asegurar un poco más que lo harían de verdad, el profesor nos ayudó diciendo que a quien se fumara un poco le daría puntos en el examen de mitad de ciclo, cosa que en cierta forma sí motivo. Una vez prendido y dado a demostrar que sí eran reales, una persona de las que estaban en contra decidió hacer el intento pero seguía dudosa de si hacerlo o no, tal vez por la presión de ser observada, de si conseguir o no esos puntos o si quiera saber si eran reales o no. Y ahí es cuando el docente pidió terminar el experimento. 

Las conclusiones de esto no es el hecho de, como dije, que estuvieran a favor o en contra, si no de que lo dijeran con convicción. Y el hecho de que por lo menos una hubiera querido hacerlo era también curioso aunque, siendo universitarios, podría pensarse que es lo común pero esta persona en particular no parecía ser el caso de que tomase estupefacientes o algún otro psicoactivo. Entonces, ¿cuál era el motivo ulterior que mencioné antes? El de si alguien tenía autenticidad del Yo social. 


Me explico. 

Actualmente vivimos bajo una gran cantidad de estimulos, respuestas, situaciones de poca reflexión y todo impulsado por varios medios propiciados por la tecnología, especialmente internet. Al igual que la marihuana, ponernos a satanizar lo que hay en internet o al mismo solo porque trae cosas que parecen sacadas de las más horribles pesadillas sin antes tratar de darles un uso apropiado es un paso erróneo. Pero eso no quita que dentro del mismo internet hayan cosas que ni en nuestras pesadillas podríamos imaginar. Al momento de que empiezan a existir tendencias de cierto tipo, aparecen retos que hacen cuestionar la inteligencia humana, o se crean discusiones que son candentes y parecen que se extenderán por años pero solo duran apenas una semana y dos si es que es un tema serio; siempre existe el fenónemo de que hay una oleada de personas que participan en todo ello. Hay quienes basan toda su personalidad en las acciones de otros, en las cosas del pasado o en productos de entrentenimiento, que actúan en base a situaciones ficticias o muy superificiales y nunca parece haber una clara profundidad de pensamiento. Hay otros que para encajar, hacen todo lo posible para llamar la atención actuando tal y como el resto quieren que actúen, dejándose llevar hacian un rol o un papel específico, tal como un actor encasillado en un tipo de personaje y cuando se quiere dar cuenta y salir de ello, las personas harán todo lo posible para recodarles que sólo son ese personaje y nada más. 

Hay un efecto curioso que se llama Efecto del Reflector, en donde pensamos que las acciones que hacemos todos los días, incluyendo nuestros errores, son mucho más notables e incluso criticados con dureza por el resto de personas, cuando la realidad es que no hay mucha atención por parte de esos otros. Y ahí está el quid del asunto, ¿somos irrelevantes para el resto o les importamos lo suficiente para solo ser su entretenimiento? El Yo social batalla en ello, y hasta en los puntos más simples de la vida, el que lo que otros piensen, vean y pidan de nosotros va a tener un efecto importante en nosotros, querramos o no. ¿Les importamos por lo que somos para ellos o solo nos ignoran? ¿Porqué? Esa es una duda que hay que seguir pensando. 

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