Duda de: Los presidentes y su historia.

Caricatura del portal de Facebook El Mercurio, creada por Antonio Velasco. Tomada de: https://scontent.fuio13-1.fna.fbcdn.net/v/t39.30808-6/278739413_1696687477348588_5745150620304348720_n.jpg?_nc_cat=101&ccb=1-7&_nc_sid=5f2048&_nc_ohc=dmrXlJ03u1IQ7kNvgHVnZMT&_nc_oc=Adj5PTYwrwRpDNc6VBpJ-33VhJRLcxMF7zM0uZAr_ow5iL7_D7HDKoqOFwdRQdUIxDo&_nc_ht=scontent.fuio13-1.fna&oh=00_AfBa2g-BRqvaGbWerB-GLakSX7EdeA1H6TwYQUVDq0QqIw&oe=6641C41E

Yo odio la política.
 
Somos "Zoo Politikón" según Aristóteles, pero yo odio la política. Y los presidentes ecuatorianos (aunque los de cualquier país sirve) no ayudan a que esa anti-animosidad disminuya. Solo tenemos que tomar los ejemplos de los últimos 15 a 20 años, desde Rafael Correa hasta el más flamante y nuevo, Daniel Noboa. Pero podemos tener los más viejos, como Lucio Gutiérrez, Abadalá Bucarám, Sixto Durán Vallén, Febres Cordero, García Moreno, y otro monton de etc. 

Cada uno de ellos ha hecho acciones muy cuestionables, han llevado al país a crisis constantes (y la intervención extranjera no ayuda) que provocan que la gente se harte. ¿Y por qué digo que odio la política? ¿Desde dónde viene ese pensamiento? Por revisar la historia y por ver las consecuencias que esta tiene en la actualidad. De forma casi hasta sistemática y repetida, cada presidente comete los mismos errores que mantienen al país por debajo de un equilibrio óptimo. Ladrones, extorcionadores, estafadores, mentirosos, incapaces y poco intelectuales, agresivos, groseros... Muchos de ellos comparten esas características. Y es justamente en estas últimas características que nos encontramos con sus famosas frases que terminaron siendo el legado perfecto para hacer el contraste en la actualidad que los resultados de sus acciones los llevaron al fracaso y aunque trataran de ser sus propios videntes, es más fácil conocer la desgracia que los logros propios pero eso es algo que estos sujetos no saben ver. 

Febres Cordero gritaba "¡Yo no me ahuevo!" y como cobarde, cagándose y meándose encima cuando lo fueron a capturar el Comando Taura, chillando y rogando que no lo mataran cuando él provocó desapariciones, muertes, y secuestros que dejaron a familias separadas, destruidas y hasta ahora siguen llorando.

Rafael Correa gritaba en el 30 de Septiembre “Si quieren matar al presidente, aquí está, ¡Mátenme!” y aunque no se cumplió su deseo, la realidad de ello es que se hacía el valiente cuando la situación era todo un show. Un suicidio falso como lo llamo yo, donde el sujeto provocó una conmoción nacional para quedar como el héroe de su “Revolución Ciudadana”, que durante diez años estuvo destrozando sigilosamente al país hasta que las consecuencias que ahora vivimos se destaparon una vez terminado su gobierno.

Guillermo Lasso aseguraba cambiar al país y que sería distinto al resto de los presidentes, pero solo fue un banquero viejo con deseos de poder que no pudo con una crisis económica que, en su cobardía, lo hizo renunciar a su puesto además de disolver la conformación de la asamblea de ese momento, llevando a la elección apresurada de un nuevo presidente (que debo añadir, la viví desde la cama de un hospital).

Podríamos decir que de los pocos o prácticamente el único presidente del que no se puede decir que hizo algo malo fue Jaime Roldós, que con su famosa frase “En este Ecuador amazónico, desde siempre y hasta siempre. ¡Viva la patria!” hizo que el país realmente estuviese unido y era una de las pocas promesas para dar un futuro claro al país en un contexto internacional de dictaduras, guerras y peleas internacionales, pero la lamentable pérdida del mismo a manos de organizaciones ocultas de países extranjeros (C.I.A. ejem) hizo que esa promesa no fuese cumplida.

Jamil Mahuad aseguró que no habría feriado bancario y, oh sorpresa, sí sucedió matando al sucre al mismo tiempo que a miles de personas indirectamente con suicidios masivos por haber perdido sus dineros, llevando a cambiar forzosamente al Ecuador al dólar y reestructurar el sistema financiero y bancario casi en su totalidad. Yo nací dos o tres años después del desastre, pero mis padres sufrieron este desastre en carne propia, ya con dos hijos encima. ¿Cómo habrán sido las noches desesperantes en el cambio de siglo, sin saber qué demonios sucedería con su futuro o el futuro de sus hijos?

Tal vez exageré mi primera afirmación y en realidad odio a los políticos. Pero lo cierto es que no se puede confiar en los presidentes, ni en los subordinados de ellos, puesto que son todos parte del mismo fin, hacer más miserable la vida del país que tienen en manos hasta robarse todo el dinero posible e irse a exiliar en un paraíso fiscal. Muchos de ellos lo han hecho, y es una práctica que desde los 1830 llevan haciendo, sin enfrentar sus errores y escapando a la primera oportunidad que han tenido; hay que recordar el más nuevo incidente en el que el expresidente preso, Jorge Glass, estuvo refugiado en la embajada mexicana y el presidente actual, Daniel Noboa, tuvo la maravillosa idea de invadirla para sacarlo a rastras, no sin antes ser violentos con los enviados diplomáticos y causando un problema internacional a gran escala dejando sin relaciones diplomáticas entre Ecuador y México que todavía se sigue debatiendo en la Corte Internacional de Justicia).

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