Duda de: Tí como estudiante y el valor que le dan a tu educación.

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Puede funcionar a varios niveles, pero en este caso, estas palabras están concentradas a los estudiantes universitarios. ¿Por qué? Simple, siendo que a diferencia de los de colegio, escuela o incluso básica y guardería, los estudiantes universitarios se encuentran a la merced no solo de las disposiciones del Estado en cuanto a qué hacer o cómo entrar, sino también de la propia universidad que actúa como su propio Estado semi-autónomo en cuanto a decisiones administrativas mientras que en lo económico (al menos en los casos públicos) son dependientes de la financiación gubernamental y las privadas se lucran de los propios estudiantes con exorbitantes precios a colegiaturas y tiempos de estudio que en la mayoría de casos hacen desistir a potenciales estudiantes y profesionales de asistir a la universidad. 
¿Y por qué es esto? En el caso público de la Universidad de Cuenca, el gobierno cada vez más presiona el cuello en cuanto a la parte económica, reduciendo el presupuesto poco a poco y reduciendo las capacidades que tienen tanto los profesores como los estudiantes de tener una educación de calidad para su preparación profesional. Pero no es solo eso, porque hasta los propios dirigentes universitarios, los administradores como los directores de carrera, decanos y demás directivos ponen trabas inesperadas, sin sentido y en momentos inoportunos del paso de aprendizaje de los estudiantes. ¿Por qué dejamos que hagan estos cambios y en cierta medida, abusos a los derechos estudiantiles? Un profesor nos contaba en clase que, cuando a ellos les hacían este tipo de cambios injustos, salían a las calles a hacer protestas y reclamar con voz alta que quitaran o por lo menos, reformaran aquellos cambios de manera más conciente; no digamos sin haber cierto nivel de fuerza o incluso violencia, pero necesario en cuanto a que exista una atención real a los cambios que deben existir para una mejor educación. Y por poner en contraste, esas acciones hoy en día se ven en muchos padres y adultos que fueron esos estudiantes como irracionales, que no vale la pena o si queremos hacer el cambio, es mejor infiltrarse desde adentro antes que salir con la frente en alto a decir basta a los abusos de poder. 
¿Por qué es esto?
Seguramente en su reflexión, muchos piensan ahora que no vale la pena el riesgo de salir a las calles y llamar la atención de las fuerzas del orden solo por hacer un cambio pequeño, que es mejor mantenerse seguros en vez de exigir no solo una correcta vida ahora sino también para el futuro, pero como es obvio, eso es una decisión fundamentada tanto en la racionalidad pero también el miedo, pues muchos perdieron la vida, otros terminaron heridos, con secuelas que hoy en día, dependiendo de la persona serán cicatrices orgullosas de pelea o marcas que demuestran que debe existir otro camino.
Y eso es lo que nos han enseñado a nosotros, las nuevas generaciones, porque poco a poco ese sentimiento, esa necesidad y derecho a protestar con fuerza ha ido disminuyendo hasta que hoy en día, en vez de luchar, se agacha la cabeza y se acepta sin rechistar la decisión aunque esta sea incorrecta. El claro ejemplo es el de ahora en mi carrera de Psicología, donde nos volverán a cambiar la estructura del currículo educativo, volviendo a abrir la especialización y poniendo en juego el avance de muchos estudiantes que pueden estar cerca de graduarse o que están a la mitad de carrera y se les pide, irremediablemente, que añadan un año más de estudio a su carrera (sumado a encadenamientos y decisiones burocráticas sin pies ni cabeza que solo ponen todavía más trabas al avance estudiantil). No sabemos reclamar, no sabemos defender, nos han mantenido controlados y callados durante tanto tiempo que no podemos decir nada en contra de algo que está mal porque tenemos más miedo del regaño que de las consecuencias futuras. Es una camisa de fuerza autoimpuesta.
¿Y qué hacemos ahora?
Volver, pero volver con mayor decisión y precisión en los movimientos y en las protestas. Aunque seamos más controlados, no significa que no podamos usar ese mismo control para razonar mejor y encontrar las fallas críticas, los puntos esenciales a dónde hacer las quejas, los reclamos necesarios para evitar estas problemáticas. Entre los que no podrían tomar acción me incluyo, y este escrito no es más que una gran declaración de mi hipocresía, pero hay ocasiones en las que la pelea interna entre si hacer algo y no hacer nada se acrecienta, siendo cada vez más fuerte para el lado de tomar acción aunque puede llegar a tardar en cristalizarse. ¿Pero quién dice que tengo poco tiempo para hacer un cambio? Al final, puede que mi convicción no exista ahora, pero al igual que mi profesor, encuentre los momentos indicados para hacer esos cambios necesarios ya siendo parte no solo del sistema educativo, sino del sistema más grande, gubernamental, de las compañías, donde acciones bien colocadas en los momentos adecuados y la hoya de presión de la represión explotará, y cuando explote, ya habrá un camino donde los que no saben qué hacer podrán seguir.

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