Duda de: Tu humanidad y las Inteligencias Artificiales.

  

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“Por su dificultad, es comparable a otros grandes objetivos científicos como explicar el origen de la vida, el origen del universo o conocer la estructura de la materia” (López de Mántaras, 2018). Desde el inicio de esta rama científica en 1956, la Inteligencia Artificial (IA) ha sido objetivo tanto de aplausos como de discusiones y controversias que tocan incluso lo jurídico y lo ético. Marín (2019) nos propone definiciones de IA como “combinación de algoritmos planteados para crear máquinas con las mismas capacidades que el ser humano” (p. 6) o, citando a otros, como sistemas que piensan o actúan como humanos y racionalmente. Así mismo, explica tanto las ventajas como riesgos que implica el desarrollo de IA’s, lo segundo, desde una vista general con la desaparición de trabajos o la erosión de la sociedad civil, y específica como la Rendición de cuentas o la Explicabilidad. Pero, ¿hay que preocuparse y reflexionar sobre el avance de la IA? Los dos tipos de IA que se utiliza actualmente, de tipo Simbólico y de Redes Neuronales Artificiales, aún con todos los avances que hay hasta este momento, existen aspectos en los que siguen siendo deficientes y todavía están sujetos a lo que sus programadores, diseñadores e ingenieros han establecido previamente. Aunque esto no significa que estén estancados, porque “a  más pautas y criterios de decisión introducimos en un sistema, más plasticidad y flexibilidad va a desarrollar la máquina.” (Arrieta Martinez, 2018). Para poner a prueba a las inteligencias artificiales, Alan Turing (1950) crea su famoso test para evaluar su uso del Lenguaje y su propia inteligencia haciéndose pasar como un humano, siendo que la mayoría de IA’s pasa; sin embargo, Villalba (2016) y también Arrieta (2018) cuentan que en 1980, John Searle propone la “teoría de la habitación china, chinesse room, como contrapeso a la ya propuesta por Turing” (Villalba Gómez, 2016). Explica, en pocas palabras, que una máquina no tiene que ser necesariamente “inteligente” para poder hacerse pasar por un humano. Citando a Yuval Noah Harari: “… quizá la pregunta real a la que nos enfrentamos no sea «¿En qué deseamos convertirnos?», sino «¿Qué queremos desear?»” (Harari, 2014).

Con este trasfondo sobre la IA, las preocupaciones y su forma de avance, sí debemos, de manera particular, reflexionar sobre su desarrollo pues no solo estaremos a un paso más de hacernos “dioses”, sino que expandirá todavía más nuestra duda sobre a dónde queremos llegar con esto como humanidad.

No pensar en las consecuencias del progreso de la IA es lo mismo que no darle importancia a lo que pueda suceder si lanzamos una roca lejos en una ciudad. Hicimos el acto, pero ¿qué sucede después? Aunque la respuesta más usada por científicos y expertos sea la de “es para la ayuda en pos de la humanidad”, no sabemos realmente para qué queremos crear un ser artificial que alcance el mismo nivel de inteligencia o conciencia que nosotros. Esa incertidumbre fundamental en este tema sumada a nuestra impaciente curiosidad y habilidad para crear cosas, nos ha hecho correr a los más grandes avances tecnológicos de nuestra era, pero al mismo tiempo no hay objetivo al cual enfocar a las IA’s y sus aplicaciones. Las Redes Neuronales Artificiales tienen un inicio y un fin que, después de aprender, alcanzan con éxito; ¿nosotros tenemos un fin? ¿Es, acaso, un instinto de supervivencia el que nos mueve a estos descubrimientos sin un fin último? No parece que ese sea el caso.

Desde que nos preguntamos sobre nuestro lugar en el universo, también nos hemos preguntado si estamos solos en él. Pero, a su vez, nos sentimos tan superiores que no queremos compartir nuestro puesto con nada o nadie. Entonces, ¿por qué estamos en búsqueda de una IA fuerte y general? Porque después de tantos siglos y milenios en soledad, nos empieza a asustar no tener nunca a nadie con quien compartir nuestros conocimientos, por eso buscamos crear “pinochos” que nos hagan compañía; sin embargo, ¿en serio deseamos que ellos tengan conciencia y sean iguales a nosotros? ¿No nos creemos los más poderosos y por ello, no queremos compartir nuestro puesto con nadie? 

Con la prueba de Turing, esperamos que las IA’s puedan actuar tal como lo hace un humano pero con su propia inteligencia. Con la teoría de la Habitación China, se puede inferir que las IA’s pueden actuar como nosotros pero no están conscientes de ello. Ambas propuestas nos hacen caer en una paradoja, ¿realmente creamos IA’s inteligentes o no? Nuestra percepción puede engañarnos en que sí, porque se nos es muy fácil pasar por alto cosas inusuales; hablar con un chatbot no es lo mismo que hablar con un humano, pero pensamos que como si lo fuera. ¿No nos estamos engañando, entonces, con falsas marionetas para crear una más grande y realista, pero sin conciencia?

Pero crear IA’s podría ser una forma de auto-compasión con nosotros, por nuestros errores cometidos a lo largo de la historia. Seres libres de sesgos o con principios que, aunque nosotros mismos establecemos, sean lo suficientemente útiles para que eviten ser como nosotros en la totalidad de nuestras acciones. Marín (2019) explica que “Los sistemas de reconocimiento de imagen se están empleando para identificar posibles anomalías en las radiografías. […] En los últimos años, ha cobrado especial relevancia la visión de la IA como un complemento, no un sustituto de la inteligencia humana.” (p. 8 y 12) Afirmaré, entonces, que mientras descubrimos (lentamente) a dónde nos llevarán tantos intentos por crear una inteligencia artificial, deberíamos hacer todo lo posible por convertirlos en nuestra mejor versión, en vez de dejarles nuestras malas elecciones.

El cuestionamiento por nuestros objetivos es la base para dar inicio a una nueva visión de las IA’s, el acabar con nuestra soledad es una aparente necesidad que buscamos resolver pero no meditar, creernos nuestra ilusión no puede ser más que una muestra de nuestro miedo o nuestra necedad frente al aislamiento, y alcanzar algún tipo de redención parece ser un camino que nos pueda llevar a resolver los problemas anteriores. Estas son las meditaciones que debemos tener en cuenta así como muchas otras, para comprender mejor cuál será nuestro destino final al seguir creando, avanzando y curioseando nuestros límites al igual que los imposibles.

Bibliografía

Arrieta Martinez, Á. (2018). Repositorio Comillas. Obtenido de Avances y discusiones en inteligencia artificial: https://repositorio.comillas.edu/xmlui/handle/11531/22334

Harari, Y. N. (2014). De animales a dioses: Breve historia de la humanidad. Barcelona: Penguin Random House.

López de Mántaras, R. (2018). Open Mind BBVA. Obtenido de El futuro de la IA: hacia inteligencias artificiales realmente inteligentes: https://www.bbvaopenmind.com/articulos/el-futuro-de-la-ia-hacia-inteligencias-artificiales-realmente-inteligentes/

Villalba Gómez, J. A. (7 de Febrero de 2016). Scielo. Obtenido de http://www.scielo.org.co/pdf/dpp/v12n1/v12n1a11.pdf

Fildes, J. (22 de Julio de 2009). BBC News. Obtenido de Artificial Brain '10 years away': http://news.bbc.co.uk/2/hi/8164060.stm

Gonzáles, S. (8 de Julio de 2019). Open Mind BBVA. Obtenido de "En el futuro vincularemos nuestros cerebros con sistemas de inteligencia artificial": https://www.bbvaopenmind.com/tecnologia/inteligencia-artificial/en-el-futuro-vincularemos-nuestros-cerebros-con-sistemas-de-inteligencia-artificial/

López Baroni, M. J. (2019). Las narrativas de la inteligencia artificial. Revista de Bioética y Derecho: Perspectivas Bioéticas, 6-28.

Villalba Gómez, J. A. (7 de Febrero de 2016). Scielo. Obtenido de http://www.scielo.org.co/pdf/dpp/v12n1/v12n1a11.pdf

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